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Joey Erace, 10, plays for several elite teams around the U.S. FINLAY MACKAY FOR TIME

Joey Erace golpea lanzamiento tras lanzamiento en la red de su jaula de bateo de $15,000 en el jardín de atrás en el sur de New Jersey. Su entrenador privado de bateo le dice que acorte su paso. El entrenador cobra $100 por esta práctica vespertina de bateo de una hora. Sigue a una lección de entrenamiento de campo de $100 en Filadelfia, Pennsylvania, más temprano en el día.

El entrenamiento constante es esencial para un jugador de primera calidad como Joey. Tiene los talentos que los cazatalentos buscan. Joey es increíblemente rápido. Puede hacer ajustes leves del cuerpo en el plato para dirigir la pelota. “Siempre y cuando siga trabajando, será un jugador de béisbol muy, muy sólido a un nivel realmente alto”, dice Dan Hennigan. Es el entrenador de bateo de Joey. Es también un ex jugador de las ligas menores.

Joey ya tiene un sobrenombre: Joey Baseball. Tiene más de 28,000 seguidores de Instagram. Joyerías y compañías de ropa le han solicitado promover sus artículos. Es muy impresionante para un niño de 10 años.

Joey Erace, de 10 años, de New Jersey, ha jugado para equipos juveniles de béisbol en California y Texas.

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Un comienzo temprano

Joey Erace representa una nueva realidad para los atletas aspirantes de Estados Unidos y sus familias. En toda la nación, la economía de los deportes juveniles está cambiando. Está arrastrando niños en casi cada deporte en equipo. Ligas Juveniles de Vecindarios, asociaciones de fútbol de ciudades y equipos de básquetbol de iglesias han sido todos ampliamente dejados de lado. Los jóvenes atletas se están uniendo a equipos de clubes privados en su lugar. Los equipos más competitivos buscan el mejor talento. Viajan a torneos nacionales.

El costo para los padres es alto. Algunas familias gastan más del 10% de sus ingresos en cuotas de registro, viajes, campamentos y equipos. El papá de Joey Erace dice que ha gastado más de $30,000 en la carrera floreciente de béisbol de Joey. Un papá del norte del estado de Nueva York dice que gastó $20,000 en un año en el equipo de voleibol del club de su hija. Mucho de eso lo gastó en gasolina. Hasta cuatro noches a la semana, ella viajaba dos y media horas de viaje de ida y vuelta para practicar. Otros padres entregan a sus hijos completamente. Una familia de Ottawa, Canadá, envió a su hijo de 13 años a New Jersey por todo un año. Deseaban aumentar el tiempo sobre el hielo del circuito de viajes de hockey.

King-Riley Owens, de 9 años, de Los Angeles, California, espera jugar en la NBA algún día.

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El negocio prospera

La economía de los deportes juveniles de EE.UU. es ahora un mercado de $15.3 mil millones, según WinterGreen Research. La compañía sigue la industria de deportes juveniles. Su investigación muestra que el mercado ha crecido un 55% desde 2010. Existen beneficios en esta moda. Algunos niños prosperan en la competencia intensa. Los mejores jugadores reciben un nivel sin precedentes de instrucción y entrenamiento. Y los viajes del circuito pueden reunir a personas de diferentes experiencias.

Existen beneficios en esta moda. Algunos niños prosperan en la competencia intensa. Los mejores jugadores reciben un nivel sin precedentes de instrucción y entrenamiento. Y los viajes del circuito pueden reunir a personas de diferentes experiencias.

Melanie Barcenas, de 9 años, de San Diego, California, juega varios partidos de fútbol la mayoría de los fines de semana.

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Sin embargo, estudios recientes muestran que la especialización temprana en un deporte aumenta el riesgo de lesiones, desgaste y depresión. Además, los costos crecientes, como por ejemplo las tarifas de equipo y de viaje, están dejando afuera a las familias de ingresos más bajos.

El revoltijo de becas

Con los costos en alza de la universidad, millones de padres esperan que sus hijos ganen una beca deportiva. Pero solo el 2% de atletas de la escuela secundaria continuará jugando en el nivel más alto de los deportes universitarios, la División I de NCAA.

Aun así, los entrenadores universitarios están cortejando a estudiantes de la escuela media. Los niños aprenden tempranamente que es crucial asistir a torneos que requieren viajar y, hacer una buena impresión. Katherine Sinclair, de 13 años, ha jugado en partidos de básquetbol en Filadelfia y la Ciudad de Nueva York durante el mismo día. Pero ella acepta el trabajo arduo. “No me falta mucho para llegar al octavo grado”, dice. “Es ahí cuando los cazatalentos universitarios comienzan a observarme”.

Entre los viajes y torneos de mucha presión, puede ser dificultoso mantener todo en perspectiva. Durante unas vacaciones familiares poco frecuentes en Florida, un niño se acercó a Joey Erace en un restaurante. Pidió el autógrafo de Joey. Pero Joey aún no ha aprendido a escribir en letra cursiva. Tiene, después de todo, 10 años. Se sacaron una foto en su lugar.

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