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Receta ganadora

LUCIAN PERKINS— USA FOR UNHCR

North Duke Street está en Lancaster, Pennsylvania. Huele como un postre. El aroma viene de una tienda que vende stroopies. Son galletas. Tienen un relleno de caramelo.

Una stroopie es una galleta con un centro de caramelo empalagoso. Aquí, un trabajador prepara la delicia dulce.

COURTESY JENNIE GROFF

Jennie Groff es copropietaria de la Compañía Lancaster Stroopie. Ella está orgullosa de las galletas. Ella está orgullosa también de otra cosa. “Proveemos un empleo significativo a mujeres refugiadas que llaman a Lancaster su nuevo hogar”, dijo Groff a TIME for Kids.

Jonathan y Jennie Groff posan afuera de su tienda de dulces con sus cuatro hijos.

COURTESY JENNIE GROFF

Venir a Estados Unidos

Los refugiados son personas que tuvieron que huir de sus países. Esto puede deberse a una guerra. Puede ser por miedo a la persecución. Hay más de 26 millones de refugiados en todo el mundo. Muchos son menores de 18 años. Cada año, a un número pequeño se les permite establecerse legalmente en ciudades de EE.UU. Una de estas es Lancaster. (Lee “Una ciudad hospitalaria”).

Anne-Marie Grey dirige un grupo que trabaja con la agencia de refugiados de las Naciones Unidas. “Estas son personas que no eligen escapar”, dice de los refugiados. “Tienen que escapar, con frecuencia para salvar sus vidas o por su seguridad”.

Mary Myint es una refugiada. Ella es de Myanmar. Es un país en Asia. Ella y su familia se reubicaron en Lancaster en 2013. Primero, ella enfrentó desafíos. “La parte más difícil es que no podía hablar en inglés”, dice Myint. Además, ella necesitaba un trabajo. Ella consiguió uno en la Compañía Lancaster Stroopie. Esta ofrece clases de inglés.

Jennie Groff (izquierda) y Mary Myint (centro) comparten una comida con sus compañeros de trabajo en 2019.

USA FOR UNHCR/LUCIAN PERKINS

Groff ahora emplea a nueve refugiados. “Al venir y traer sus dones y talentos, nuestras vidas se enriquecen”, ella dice.

Una ciudad hospitalaria

Lancaster, Pennsylvania, es un lugar hospitalario. “Es parte de nuestro ADN”, dice Jennie Groff. Hace mucho tiempo, personas amish y menonitas se establecieron cerca de aquí. Ellas vinieron para poder practicar libremente sus religiones. Aún son parte de la comunidad.

Hoy, Lancaster da la bienvenida a muchos refugiados. “Nos importa su éxito”, dice Danene Sorace, la alcaldesa de la ciudad.

Vendedores amish venden verduras en Lancaster en 2020.

DANIEL SLIM—AFP/GETTY IMAGES