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Ensamblado un cuerpo

COLIN ANDERSON—GETTY IMAGES

En 2013, a los 27 años, el granjero Jake Hubbard de Chana, Illinois, perdió su mano izuierda en un accidente. Recientemente, un grupo de estudiantes de octavo grado en la cercana Escuela Media Rochelle lograron ayudarlo. Como parte de un proyecto STEM, ayudaron a crear una mano prostética para él (lee “Escuela STEM”). La construyeron usando una impresora 3D. En mayo, presentaron el nuevo apéndice a Hubbard.

Hubbard ya tenía una próstesis tipo gancho, que costó $10,000. Todavía la usa todos los días para trabajar. Es durable y le permite atajar objetos. “No podía seguir trabajando sin ella”, dijo Hubbard a TFK. Pero agrega que está “sucia, golpeada y no se ve muy linda”.

La nueva prótesis se parece más a una mano humana. Cuesta alrededor de $100 producirla. Ahora, dice Hubbard, cuando él y su familia salen, “tengo algo lindo para usar”.

Pero la nueva mano tiene una habilidad para atajar muy limitada. Durante el año escolar 2017–2018, Hubbard trabajará con los estudiantes de Rochelle para mejorarla.

Ninguna de las prótesis puede reemplazar la mano que Hubbard perdió. Cuando usa una prótesis, no puede sentir los objetos que toca. Pero esto podría cambiar. Los científicos están trabajando en una prótesis que podría permitir a los usuarios sentir nuevamente.

Un sentido de tacto

“Normalmente, una prótesis, sin importar qué bien esté fabricada, es una herramienta refinada”, dice Dustin Tyler. Es profesor en la Universidad Case Western Reserve, en Cleveland, Ohio. Tyler dirige un equipo de investigadores. Su objetivo es construir una próstesis que hace olvidar al usuario que no es una mano real. Han desarrollado una que tiene electrodos que son colocados en el brazo del usuario. Los electrodos envían señales al cerebro. “Esto conecta la prótesis al cerebro”, dice Tyler.

Los sensores miden la presión de una mano o dedo prostéticos sobre un objeto. “El usuario siente la fuerza con la que está presionando”, explica Tyler.

Vistas y sonidos

Los científicos están desarrollando otras tecnologías que se conectan a humanos. La Prótesis Cortical Visual Orion I tiene la intención de restaurar la visión a personas que se han quedado completamente ciegas. Está siendo sometida a pruebas ahora. El sistema incluye un receptor con electrodos que son colocados en el cerebro del usuario. Además, tiene una cámara incorporada en un par de anteojos. La cámara envía imágenes a una computadora pequeña portátil. Las imágenes son convertidas en señales eléctricas. Son enviadas inalámbricamente al receptor. El usuario puede ver las imágenes.

Otra tecnología ayuda a niños que no pueden oír. El implante auditivo del tronco encefálico tiene un transmisor que se fija a la cabeza del usuario y un micrófono. Se implanta un receptor en el tronco encefálico del usuario. El micrófono y el transmisor convierten los sonidos en señales eléctricas que se envían al receptor. El implante no restaura la audición normal. Pero puede mejorar la capacidad del usuario de detectar sonidos diferentes y distinguirlos.

Aferramiento

Hubbard dice que tener un dispositivo como el que están construyendo en Case Western “sería la cosa más maravillosa del mundo”. Pero por ahora, está ansioso por actualizar su dispositivo fabricado por los estudiantes. Los estudiantes de Rochelle comenzarán pronto a trabajar en la actualización.

“Vamos a mejorarla a pasos agigantados”, dice Hubbard.

Escuela STEM

El proyecto STEM de la Escuela Media Rochelle comenzó con Vic Worthington, el maestro de tecnología de la escuela. Él y Jake Hubbard asisten a la misma iglesia. Hubbard le dijo que prefería no usar su prótesis tipo garra en público. Dijo que se veía muy sucia y desagradable. Pero Hubbard no tenía una de repuesto. Esto dio a Worthington una idea.

“Me di cuenta que la escuela tenía una impresora 3D que no usamos lo suficiente”, dijo Worthington a TFK. “Había escuchado sobre las personas imprimiendo en 3D estas cosas, y sugerí tratar de hacerlo con nuestros estudiantes”.

Al salón de clases de octavo grado de Worthington le encantó la idea. Un ingeniero en Ohio contribuyó el diseño de la mano. Los estudiantes usaron la impresora 3D para imprimir las partes. Luego, las ensamblaron. Construyeron varios prototipos.

Llevó todo el año escolar para completar el proyecto. Megan Thiravong, de 14 años, fue uno de los estudiantes que trabajaron en este. “Fue una experiencia estupenda”, dice. “Cuando vi al Sr. Hubbard usar la mano por primera vez, casi no podía quedarme sentada. Fue como sentir que electricidad estática corría a través de mi”.