Skip to main content

Éxito dulce

USA FOR UNHCR/LUCIAN PERKINS

North Duke Street en el centro de Lancaster, Pennsylvania, huele como un postre. El aroma viene de una tienda que vende stroopies. Son dos galletas delgadas de waffle con un centro de caramelo.

Las galletas también se conocen como stroopwafels. Los trabajadores en la tienda hornean alrededor de 10,000 de ellas cada semana. La copropietaria Jennie Groff está orgullosa de su producto. Pero la cosa que más la entusiasma, dijo a TIME for Kids, “es que proveemos un empleo significativo a mujeres refugiadas que llaman a Lancaster su nuevo hogar”.

NEGOCIO FAMILIAR Jonathan y Jennie Groff posan afuera de su tienda de dulces con sus cuatro hijos.

COURTESY JENNIE GROFF

La Compañía Lancaster Stroopie tiene dos objetivos principales. Uno es hacer galletas deliciosas. El otro es hacer una diferencia en las vidas de mujeres y niños refugiados. “Puede ser un poco solitario cuando uno está en un lugar nuevo”, dice Groff. “Aunque las mujeres son de diferentes partes del mundo, existe esta comunidad que se desarrolló en el trabajo, la cual es realmente muy hermosa”.

Venir a Estados Unidos

Los refugiados son personas que fueron forzadas a dejar su país. Esto puede deberse a una guerra o miedo a la persecución. Hay alrededor de 26 millones de refugiados en todo el mundo. Casi la mitad tiene menos de 18 años.

Anne-Marie Gray es la directora ejecutiva del grupo USA for UNHCR. Este ayuda a la agencia de refugiados de las Naciones Unidas. “Estas son personas que no elijen irse”, ella dice de los refugiados. “Ellas tienen que irse, con frecuencia para salvar sus vidas o por su seguridad”.

¡MMM! Un stroopwafel es una galleta con un centro de caramelo empalagoso. Aquí, un trabajador prepara la delicia dulce.

COURTESY JENNIE GROFF

Actualmente, el gobierno permite hasta 15,000 refugiados para reubicarse y trabajar en EE.UU. El presidente Joe Biden dice que le gustaría aumentar ese número a 62,500 para este año. Los refugiados deben solicitar la entrada a EE.UU. Las solicitudes son revisadas por el gobierno. El proceso de evaluación puede durar hasta dos años. Si se aprueba, un refugiado podría reubicarse en Lancaster.

Danene Sorace es la alcaldesa de la ciudad (lee “Una ciudad hospitalaria”). Ella dice que mudarse a un país nuevo puede ser difícil. “Lo que [Groff] está haciendo es brindar un camino para que las familias tengan éxito y florezcan”.

Nuevos amigos y vecinos

Mary Myint es de Myanmar. Es un país en Asia. Myint se sentía insegura por ser cristiana en Myanmar. Ella y su familia se reubicaron en Lancaster. Esto fue en 2013. “Yo amo a Lancaster,” dice. Pero hubo desafíos: “La parte más difícil fue que no podía hablar en inglés”, dice ella. Myint también necesitaba un trabajo. Ella consiguió uno en la Compañía Lancaster Stroopie. Ofrece clases de inglés.

HORA DEL ALMUERZO Jennie Groff (izquierda) y Mary Myint (centro) comparten una comida con sus compañeros de trabajo en 2019.

COURTESY JENNIE GROFF

Hoy, Groff emplea a nueve mujeres refugiadas. Ellas vienen de la República Democrática del Congo, Myanmar, Nepal y Siria. “Al venir y traer sus dones y talentos, nuestras vidas se enriquecen”, dice ella.

Una ciudad hospitalaria

Vendedores amish venden verduras en Lancaster en 2020.

DANIEL SLIM—AFP/GETTY IMAGES

Lancaster, Pennsylvania, ha sido un lugar hospitalario por mucho tiempo. “Es una parte de nuestro ADN”, dice Jennie Groff. En los años de 1700, personas amish y menonitas se reubicaron cerca de Lancaster. Ellas podían practicar libremente su religión en el área. Aún hoy son una parte importante de la comunidad.

En años recientes, la ciudad de Lancaster ha dado la bienvenida a inmigrantes y refugiados legales. “Nos preocupa su éxito”, dice la alcaldesa Danene Sorace. “Su éxito es nuestro éxito”.

More from United States